La mujer que perdió su nombre




Carlos Quintero J.
Los ojos cafés claros de Tranquilina Hernández Lagunas revelan un sentimiento: no hay pena más grande para una madre que perder a un hijo.
Su nombre significa serenidad pero éste también la perdió hace casi un año. El 13 de septiembre de 2014 su hija de 19 años de edad, Mireya Montiel Hernández: desapareció.
Desde entonces su vida ya no es su vida. Desde entonces cada día sonríe pero con el corazón desecho. Ya no puede más y ha pensado, incluso, en la muerte pero recapacita:
- Si no salgo yo entonces ¿quién va a buscar a mi hija?.
Aunque para ella la muerte sería la solución más fácil para acabar con tanto sufrimiento, sobrevive gracias al amor de su hija menor de 12 años.
Pero la mujer de 37 años de edad, no tolera que le tengan lastima:
- Yo la voy a buscar hasta que la encuentre. Yo la voy a encontrar sea como sea hasta donde Dios lo permita.
La historia sobre la desaparición de Mireya la ha contado mil veces: a los agentes del ministerio público, a los policías de investigación, a los servidores públicos, a sus familiares, amigos y a este reportero.
Por eso, para ella cada día es empezar desde cero, relatar de nuevo la misma tragedia.
Sentados en la mesa de una cafetería de una plaza comercial, en pleno centro de la ciudad, vuelve a narrar una vez más su caso.
El día en que Mireya desapareció se levantó a las 10 de la mañana, se preparó un café, y se sentó en la sala de su casa, localizada en la avenida de Las Flores de la colonia Antonio Barona de Cuernavaca.  
Después se cambio de ropa para ayudar a su madre en los quehaceres de la casa, poco después del medio día llegó a verla su novio, Alfredo Rodríguez López de 22 años de edad. Ellos estaban por cumplir dos años de noviazgo.
Estuvieron alrededor de 5 minutos, y enseguida ella le dijo a su madre que iban a salir, que sólo iban a dejar una lista de libros con la abuelita de Alfredo, y pronto regresarían.
El domicilio al cual se dirigían se ubica en la misma calle sólo a cinco casas de la suya.
- Si pero no te tardes- le dijo Tranquilina.
- No mamá - respondió ella.
Al cabo de media hora Alfredo regresó solo y preguntó a los primos de Mireya por ella. Ellos respondieron que no la habían visto.
La tarde de ese sábado, Mireya tenía que llevar a su hermana menor y a sus primos al catecismo, su madre comenzó a marcarle a su teléfono personal pero la llamada era enviada al buzón. 
Nunca contestó, por eso ella fue a dejar a los niños, y en la calle encontró a Alfredo, sentado en una banqueta, y lo cuestionó:
- ¿Y Mireya? le estoy marcando al celular y me manda al buzón.
- ¡Ay no sé! - respondió el joven.
- ¿Cómo que no sabes? si tú te la llevaste de la casa- increpó la mujer.
- Sí pero cuando llegamos con mi abuelita, ella no quiso entrar porque ahí estaba mi mamá, y ellas no tienen una buena relación-contestó Alfredo.
Él aseguró que no había tardado, ni 5 minutos, en salir de la casa pero ella ya no estaba. El joven pensó que Mireya volvió a su casa y al dirigirse hacia allá se encontró a los primos de ella y les preguntó sobre su paradero pero no le dieron razón.
- Pues síguele marcando a su celular, yo voy a dejar a los niños rápido y regreso - insistió Tranquilina mientras se retiraba del lugar.
Ella también le dijo que le llamaría. La mujer creyó que Mireya quizá podría encontrarse en la casa de su abuelita materna, que vive a escasos 20 metros de la suya.
De regreso, Tranquilina encontró nuevamente a Alfredo en una caseta telefónica y le preguntó con quién hablaba. Él le respondió que con su padre para que lo ayudara a buscar a su novia.
- ¿Sabes qué? yo le estoy marcando a su celular pero no me contesta, me manda a buzón- comentó la madre de la joven.
Fue entonces que el muchacho le reveló que él le había prestado su teléfono a ella porque el suyo ya no servía.
Comenzó a marcarle al número pero tampoco respondió y por eso decidió buscarla en las casas de sus familiares, hasta recorrió un tramo de la autopista ya que su casa colinda con la misma.
Fue en esas vueltas que la mujer se encontró otra vez con el novio de su hija, quien estaba en compañía de un amigo que supuestamente lo ayudaba a buscar a la joven.
-¿Ya te contesto Mireya?.
- No, todavía no.
-  ¿Y tú papá, ya viene? - le preguntó ella.
Alfredo respondió que sí, ya que su papá era operador de un taxi y podría ayudarlos a buscarla pero se hacía tarde, y cada minuto que trascurría avivaba la impaciencia de la mujer.
Tranquilina acudió a ver al padre de Mireya para contarle lo que pasaba. Ellos se habían separado desde que la joven tenía tres años de edad.
Para en ese momento toda la familia de la joven participaba en su búsqueda, lo único que todos sabían es que Mireya había sido vista por última ocasión en compañía de su novio.
Por eso fueron a buscar una vez más al joven, quien ya se encontraba con su padre cuando un familiar de ella le preguntó:

- Oye ¿qué pasó con Mireya?, ¿ya te contesto?.
Su padre también lo cuestionó:
- ¿Cómo que se perdió la muchachita? ¿Por qué no me dijiste, hijo?.
Tranquilina, en compañía del padre de Mireya acudieron, alrededor de las 23:00 horas, ante el Agente del Ministerio Público para iniciar la denuncia por su desaparición.
Ahí le dijeron que tenían que esperar al menos 72 horas para iniciar la carpeta de investigación correspondiente pero antes la enviaron a las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) para descartar que su cuerpo no se encontrara ahí.
Una vez lo anterior le tomaron la declaración y narró por primera vez como ocurrió el hecho.
La mujer recordó como terminó ese sábado y comenzó el domingo.
- Ese día llegue a mi casa hasta las dos de la mañana. Yo no quería que ese día se acabara, yo quería encontrar a mi hija. Así vivo ahora todos los días, no quiero que se acabe el día sin saber de ella.
Cuando Mireya desapareció ninguna persona  escucho nada, ni un grito, ni el rechinido de algún vehículo que arrancara intempestivamente.
Solamente recibieron algunas llamadas de extorsión y exigían a cambio de su libertad un pago, de lo contrario amenazaron con causarle daño.
Por ese motivo el caso se turnó a la Unidad Especializada de Combate al Secuestro (UECS) a cargo de la Fiscal, Adriana Pineda Fernández, quien hoy aspira a dirigir la Fiscalía General del Estado.    
A través de una solicitud de acceso a la información, con número de folio 264015, la Fiscalía dio a conocer que durante el año 2014 se registraron un total de 221 casos de personas desaparecidas en Morelos.
La representación social establece también que en el año 2013, se reportó el extravió  de 368 personas pero argumentan: "cabe mencionar que las personas extraviadas aparecen en el transcurso de la semana en que fue iniciada la carpeta de investigación".
El caso de Mireya no fue así. A casi un año de su desaparición la UECS no da a conocer avances en la investigación.
Sin embargo Tranquilina no quiere criticar la actuación de la policía porque tiene el fundado temor de que si lo hace, la autoridad ministerial, responsable de la investigación, no trabaje en su caso.
- Mucho hemos luchado para ser escuchadas - dice y por eso prefiere conservar la esperanza de volver a ver a su hija.    
-Mi hija está viva, yo como mamá lo siento- y confiesa:
quisiera verla y decirle que la amo que es la razón de mi vida.
Hasta en tanto ella reconoce que tiene que sonreír aunque por dentro lleve el corazón desecho por tanto dolor. Tal y como dice una estrofa del poema a Garrick, de Juan de Dios Peza: Reír llorando
"¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡ Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!

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